En esta entrada voy abordar una figura
fundamental y poderosa en el campo literario: el lector.
El Diccionario de la Real Academia Española
de la Lengua define el vocablo lector
como “Que lee o tiene el hábito de leer”
o “Que lee en voz alta para otras personas”. Considero que estas definiciones no
son suficientes para describir a la figura del lector y creo conveniente
ampliarlas añadiendo que un lector –al
ser el receptor de un texto– tiene el poder de dar, recobra y asignar sentido a
las palabras de un escritor. En consecuencia,
sin lectores no existiría, públicamente, la figura del escritor.
Ahora mi pregunta es ¿desde cuándo hay
lectores?
El homínido es lector desde que plasmó e interpreto ideogramas, pictogramas en
soportes como las paredes de cavernas, rocas, etc. Asimismo, introdujo la
escritura en maderas, cueros, huesos,
cortezas de árboles... Más tarde, comenzó a grabar en tablillas de arcilla,
seguidamente cristalizó sus ideas en los papiros y pergaminos, hasta llegar al papel.
Desde el inicio de la escritura, el lector ha
sufrido constantes transformaciones en lo que se refiere al acto de la lectura.
Por esta razón, a este lector no le queda otra alternativa que la de “innovar o
morir”. Pero, en la actualidad, ¿cómo y
en qué soporte lee el lector?
Actualmente, en la era de la web 3.0 y con
los avances tecnológicos, el hábito de la lectura ha sufrido un cambio de paradigma.
La aparición de los textos digitalizados ha relegado a un lugar distinto, que no
inferior, a los textos en formato papel.
Desde la llegada de Internet el número de
lectores se ha incrementado debido a que la población, al dedicar muchas horas
diarias a estar conectado a la red bien sea por ocio, trabajo, estudios, etc.,
está leyendo constantemente –a veces sin
ser consciente de ello– en redes sociales, periódicos digitales, correos
electrónicos, foros, blogs… De manera que esto es algo positivo porque gracias
a estos medios y redes digitales la población está leyendo más que nunca.
Otro hecho a destacar es que con el
surgimiento de Internet los sistemas tradicionales de producción de libros se
han visto alterados. Ahora encontramos editoriales, librerías y bibliotecas virtuales
que satisfacen las necesidades de estos lectores conectados a la red. Este
fácil acceso para adquirir libros, tanto en formato papel como digital, a través de la red ha sido un éxito para
crear nuevos lectores.
Tampoco debemos olvidar que con la aparición
de Internet nace el problema de las descargas ilegales y, en consecuencia, la
violación de los derechos de propiedad intelectual. Este es un tema delicado hoy
en día ya que mediante estas descargas ilegales las industrias editoriales,
cinematográficas y musicales se ven enormemente perjudicadas.
De esta manera, con el surgimiento de las
nuevas tecnologías, la experiencia del lector ha cambiado totalmente
porque el lector ya no lee en tinta
tradicional, sino que lee mediante píxeles o la denominada tinta electrónica. En ese sentido, el soporte ya no es ahora el
papel, sino que puede ser cualquier pantalla de un dispositivo digital bien ya
sea una tableta, móvil, ordenador, lector de libros electrónicos, etc.
Por ende, el concepto de lector ha cambiado
en esta época digital. Ya no se trata de un lector que disfruta de un texto en
su soledad, sino que se trata de un lector conectado a cualquier tipo de
dispositivo digital y que, además, puede estar interactuando con otros lectores al mismo tiempo.
El lector de libros electrónicos, lector de
libros digitales o lector de ciberlibro (o como desees denominar a este aparato)
ha proporcionado muchas ventajas como puede ser transportar cientos, miles y
millones de libros en un tamaño muy pequeño y ligero. A mi parecer el lector de
libros electrónicos es sinónimo de biblioteca
portátil en la que el lector elabora su propio catálogo. Otra ventaja es
que el tamaño de la letra puede ser modificado para que resulte una lectura más
cómoda, el precio de los textos digitales es más económico respecto al formato impreso,
los ojos no se cansan, etc.
Sin embargo, en esta época en la que lo
digital está sobrevalorado, se estima más que nunca el texto en formato impreso
porque ofrece una experiencia única, que jamás llegará a proporcionar la
edición digital. Es cosa sabida la gran satisfacción que produce sentir el
tacto del papel al pasar las páginas, su olor, el peso real de un libro, el espacio físico que ocupa, etc.
En resumidas cuentas, actualmente encontramos
un lector heterogéneo que se sitúa a medio camino entre la lectura en formato
impreso y en formato digital. En otras
palabras, el lector acude al soporte digital para unos fines distintos que en
el soporte impreso, y viceversa.
Y tú ¿te consideras un “homo papyrus” o un “homo
digitalis”?
Me gustaría concluir esta entrada
compartiendo una cita extraída del discurso del Premio Nobel de Literatura de
2010, Mario Vargas Llosa:
Aprender a leer es lo más importante que me ha pasado
en la vida.
Aprender a leer es lo más importante que me ha pasado en la vida.
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